jueves, 20 de diciembre de 2018

El problema de Viña "y" Valparaíso

https://www.elmostrador.cl/mercados/2019/01/03/el-problema-de-vina-y-valparaiso/


Ha sido común leer crónicas o cartas de importantes autores que coinciden en señalar que Valparaíso, Viña, o ambos, tienen un grave problema. Coinciden en el diagnóstico del síntoma de la enfermedad, mas no siempre en la causa.

Lo que es evidente es que ambas ciudades muestran un deterioro permanente en el tiempo, y aunque una haya tenido “una ayuda extra” (Casino en Viña), estamos lejos de hablar de progreso. Lo que también es evidente es que ambas ciudades “se necesitan” para salir de su decadencia. Letargo que queda manifiesto en la carencia de espacio urbano por habitante y la precaria calidad del poco existente.

Para poner en contexto, Santiago[1] tiene unos 6.350.000 habitantes, que viven en una superficie urbana de unas 114.000 has. (densidad de 56 hab/ha, digna de países subdesarrollados). Por su parte, Valparaíso y Viña tienen 890.000 habitantes en  total, en una superficie urbana de 15.500 has (densidad de 57 hab/ha, pero en una topografía mucho más accidentada que Santiago en términos de pendientes y quebradas, por lo que la densidad efectiva sería mucho mayor: los porteños viven más achoclonados que los santiaguinos, cosa que ya es mucho decir).

Los principales factores que explican el crecimiento de las ciudades son el crecimiento de la población, crecimiento del ingreso y la disminución del tamaño promedio del hogar. La consecuencia de lo anterior es que tanto Santiago como el Gran Valparaíso seguirán creciendo a densidades más bajas, aumentando el consumo de suelo (como referencia, la densidad del Gran Santiago en 1992 fue 96,5 hab/ha, y en 2002 fue  85 hab/ha (-12% en 10 años)). Adicionalmente, en Viña y Valparaíso está el efecto segunda vivienda y la obsolescencia económica de muchas de viviendas e infraestructura, lo que incrementará el crecimiento relativo de estas dos ciudades hermanas en comparación con Santiago.

Dicho crecimiento no es malo per sé, siempre que sea diseñado, planificado y que se anticipe a las externalidades que genera, positivas y negativas, tal como lo han hecho ciudades de países desarrollados que tienen densidades de 10 hab/ha o incluso menores. Y ahí está el problema local, en la improvisación de las políticas urbanas.

¿Qué se hará si el Gran Valparaíso crece unas 7.500 has más dentro de los próximos 15 años, esto es, un promedio de 500 has al año?

En el caso de Valparaíso, considerando su calidad de Patrimonio de la Humanidad, resulta vital que su planificación considere el rediseño del casco histórico de la ciudad como una ciudad moderna orientada a los servicios y turismo; esto implica la reconversión de parte importante de las viviendas que están en los cerros y de su urbanización, junto con la expansión residencial de la ciudad hacia sus zonas naturales de crecimiento dadas por la conectividad y accesibilidad actual y proyectada con el Gran Santiago.


Iván Rojas B.



[1] Fuente: www.demographia.com, World Urban Areas, 14th Annual Edition, abril 2018.

martes, 18 de diciembre de 2018

El Mentiroso de Harvard


Salió elegido como uno de los 100 jóvenes líderes en Chile en la edición 2003. Su declaración ante un hiperventilado fiscal de alta complejidad comenzó señalando que era ingeniero comercial de la PUC, carrera a la cual ingresó con el mejor puntaje de selección y se graduó con el más alto promedio; posteriormente señaló que tenía un magíster en economía financiera de la PUC, donde se graduó con el premio excelencia académica. Finalmente, remataba que estudió en Harvard y se graduó con distinción. Para no dar nombres por ahora, lo llamaremos el señor NN.

Luego de tal floreada introducción, señaló que como gerente general de la sociedad investigada, debía hacerse cargo de una importante cartera de inversiones: acciones, bonos, derivados y otros, en una diversidad de mercados e industrias, a nivel nacional e internacional. Entre sus responsabilidades estaba dirigir un equipo de entre 3 y 5 personas, tomar las decisiones de inversión y verificar la implementación de éstas. En el año investigado rendía cuenta directamente a quién poco tiempo después sería el Gran Hermano. Fue muy enfático en señalar que el gerente de administración y finanzas no dependía jerárquicamente de él (gerente general), cuestión esencial, como veremos más adelante, en la elección de quien sería el chivo expiatorio de esta historia.

Como previamente se sabía tanto el motivo de la cita con el fiscal figurín, como las ganas que tenía este último de agarrar a su jefe (y anotarse el logro más alto de su carrera), había que preparar las respuestas y, en consecuencia, la conveniente puesta en escena que se iba a hacer no podía dejar cabos sueltos. Lo más importante, había que establecer el control de daños. ¿Dónde encontrar al responsable de todo? Estaba aquí mismo, en Santiago. No es nada personal, solo negocios.

En relación a un contrato que el fiscal le exhibió, el señor NN, acompañado del abogado de confianza de su jefe, ni se arrugó en mentir. Dijo que, de acuerdo a la información que él había recabado, el contrato era legítimo y correspondía a una operación de cobertura cambiaria. Lo lavó con más de una decena de operaciones similares –supuestamente verdaderas- con otras instituciones financieras. Señaló que, en todo caso, sin dejar lugar a ninguna duda, la decisión no fue de él, sino que de un ejecutivo que trabajaba con él en el mismo edificio de Santiago de Chile, pero que era autónomo en sus actos y que jerárquicamente no le reportaba. Para hacer más creíble la historia, el señor NN dijo que estaban probando a la sociedad contraparte del citado contrato, y que aunque esta operación le trajo una utilidad de “alrededor de $49 millones de pesos” ($49.950.000 para ser exactos), el atraso de 5 días en el pago hizo que tomaran la decisión de no seguir operando con dicha sociedad. La patudez no tiene límites. Ese fue un golpe cruel y gratuito, lleno de ingratitud. En la jerga popular eso tiene otro nombre. Finalmente, recalcó que los recursos de esta utilidad fueron destinados a inversiones y no a campañas políticas.

La historia fue similar a un escrito que el señor NN había enviado previamente al mismísimo subdirector jurídico del SII. Ningún paso en falso. Todo debía ser coherente. Es que el señor NN no tiene un pelo de tonto.

El señor NN se salvó de ser formalizado. Se salvó de la exposición pública y del juicio social anticipado. Y lo más importante, le salvó el pellejo a su jefe, otro pillín de Harvard, del cual nadie se atrevería a dudar jamás de su honorabilidad. Quedaron libres de polvo y paja. Seguramente se ganó sus felicitaciones por su valorada obediencia y lealtad.

Esta historia, hasta ahora, ha quedado como una posverdad. El daño colateral del noble mentiroso de Harvard no solo fue hacia su propio compañero de trabajo; también hay terceros tanto o más afectados. Pero el señor NN es un hombre honorable, como son todos ellos, hombres todos honorables.

Él y su jefe se rieron de las instituciones, de su colaborador y de quienes le sirvieron de contraparte. Ni siquiera se dignaron en pedir disculpas. Pero con la misma cara llena de risa deberán ir a Pedro Montt a declarar ante tres jueces, ojalá ciegos. Deberán prepararse para responder a la prensa también. Como dice el refrán, “el que explica, se complica”, aunque vaya pauteado.

Es cierto que esta historia es bastante atípica para una columna. No se trata de un ataque; se trata de revelar hechos que hasta ahora pasaron jabonados por la Fiscalía y cuya “estrategia” de manejo deja en evidencia lo repudiable que puede llegar a ser cierta clase de personas, por muy galardonados laureles que ostenten. No importan los daños a terceros. Lamentablemente esta historia no es una distopía. Pero como dijo Marco Antonio en su discurso ante el cadáver de César (Shakespeare), “El mal que hacen los hombres perdura sobre su memoria”. 


Iván Rojas B.

viernes, 14 de diciembre de 2018

Work/Café, ¿Real innovación, o más de lo mismo?



Interesante comentar una entrevista al gerente general de Banco Santander, publicada hoy en Pulso (link más abajo), a raíz de que el banco fue uno de los ganadores del premio PwC Chile Innovación 2018, con su iniciativa “Work/Café”, un nuevo modelo de atención a clientes y negocios, que integra una cafetería.

Se plantea que “la banca, al igual que otras industrias, está desafiada por la transformación digital”, frase con la cual estamos absolutamente de acuerdo. Tal como se señala, “todas las industrias, y no sólo la banca, deben entender que hoy la tecnología avanza cada día y ha cambiado la forma en que las personas se relacionan con las empresas, modificando, incluso, sus costumbres, por lo que debemos estar a la altura de lo que los clientes esperan de nosotros”. Impecable frase.

Pero entrando al área chica, el tema de fondo es qué entendemos por innovación. Si quién da el premio estima que innovación es enchular el modelo actual, y por otro lado, si el ganador piensa que Work/Café es “nuestro ícono en innovación”, estamos mal. Doblemente mal.

Hemos dicho en reiteradas ocasiones que el efecto económico asociado a la transformación digital es la destrucción creativa, que reemplaza -¡sin piedad!- funciones de producción (especialmente en los servicios). La mayor eficiencia se daría por dicho reemplazo más que por “adaptaciones”. La destrucción creativa, además, no reconoce límites geográficos: las –cómodas para los actuales players- restricciones reglamentarias, barreras de distinto tipo, lobby del bueno y del malo, ciertamente pueden poner un cierto freno al cambio, pero no lo paralizarán.

La señal de precios de equilibrio es, entonces, clara. Es posible ofrecer el mismo servicio (o incluso un servicio muy mejorado), a una fracción del costo actual. De eso se trata la eficiencia; se desplaza la frontera de posibilidades de producción. ¿Cómo puede competir con eso un modelo que tiene una pesada mochila de costos fijos? ¿Enchulando, parchando o adaptando el modelo actual? ¿O metiendo más costos fijos aún, como Work/Café? Difícil, muy difícil… dice la canción.

Reforzando lo dicho. Como precio=costo marginal, los márgenes se reducen. Con márgenes reducidos, no hay costo fijo que aguante. “Seguirá existiendo el mundo presencial”. Sin duda, si al final somos de carne y hueso. El punto es: ¿a qué costo?

Capaz que en poco tiempo más, Work/café lo compre Starbucks… y barato.

Sí, la verdadera innovación tiene que ver con la real destrucción creativa más que con enchulamientos. Dichas diferencias no son solo discrepancias de opinión: al tener el foco mal puesto, se genera un innecesario freno al desarrollo, un costo social, y excedentes que no son absorbidos por el consumidor. Tarde o temprano la destrucción creativa se va a imponer a las obsoletas funciones de producción, pero mientras antes se haga, mejor.


Iván Rojas B.



miércoles, 5 de diciembre de 2018

Riesgo (de Entel)



Siempre está. Pero se olvida. Especialmente se olvida cuando se hacen proyecciones o emiten/compran deuda a plazos irreales o incoherentes con la amplia destrucción creativa asociada a la cuarta revolución industrial de la cual medio mundo está hablando.

El avance tecnológico -que seguirá acelerándose- produce, entre otros efectos, tres consecuencias inevitables para las empresas: primero, cada cierto espacio de tiempo –cada vez más corto- se reemplazan funciones de producción (estamos hablando de mucho más que “mejoras” a la forma de producir bienes y servicios, en las cuales no es posible aplicar “parches” o “adaptarse”); segundo, se genera mayor competencia global, que tarde o temprano, vence las barreras que protegen y otorgan el oxígeno que mantiene vivos a empresas que operan en imperfectos mercados internos; y tercero, se acorta dramáticamente el ciclo de vida de las empresas, particularmente el período de madurez y relativa fortaleza y estabilidad en los flujos de caja.

Resumen en una palabra: incertidumbre.  Riesgo.

Por supuesto, supongo con una alta probabilidad, tanto diversos analistas como agentes inversionistas en general y hasta la propia CMF estarían de acuerdo en el diagnóstico anterior. En teoría.

Pongamos un ejemplo hipotético. Hace 10 años analistas evaluaron una mina de cobre: estimaron flujos por un periodo de años y un valor residual final, en función de las reservas comprobadas y diversos análisis de mercado. Clasificaron la mina como triple A para efectos de la emisión de deuda pública a muy largo plazo, coherente con el desarrollo de la inversión, deuda que fue ampliamente demandada en el mercado de capitales. En el año 10, se descubrió que la mina ya no es de cobre, sino de oro. Todos felices. Se re-evaluó la empresa como una mina de oro. ¿Y si hubiese sido al revés? Incertidumbre (en ambos lados).

Pongamos ahora un ejemplo real: Entel.

Hace 10 años, por decir un plazo relativamente largo, Entel fue evaluada y valorizada de una determinada manera. Pero claramente la evaluación de hoy no es la misma, especialmente en  una empresa sujeta más fuertemente a la destrucción creativa que quizás empresas de otros sectores. Sin embargo, a diciembre 2017, un 80% de su pasivo financiero correspondía a bonos, de los cuales el 99% era a largo plazo. En 2013 la compañía colocó bonos en el mercado internacional por USD 1.000 millones a 10 años; en 2014 colocó bonos en el mercado local por UF 7 millones (unos USD 300 millones) a 21 años y USD 800 millones en el mercado internacional a 11,5 años. A marzo 2017, Feller Rate clasificaba la solvencia y los bonos de Entel como "A+/Positivas", y sus acciones como “1ª Clase Nivel 2"; a marzo 2018, ICR Clasificadora de Riesgo ratificó la solvencia y bonos de Entel en “Categoría AA- con tendencia estable”, y ratificó la clasificación en “Primera Clase Nivel 1” las acciones. Hoy Entel vale en bolsa USD 2.485 millones (Bolsa/Libro de 1,28 veces).

Algunas preguntas que deberían ser relevantes en los análisis, más allá del Excel:  ¿Es coherente el plazo de emisión de deuda con…

      a) el riesgo que la destrucción creativa impone en el ciclo de vida de la empresa?

       b) la incertidumbre que imponen los cambios regulatorios?

      c) las condiciones de mayor competencia que no existían hace 10 años, y que seguirán agudizándose?

     d) el cambiante mix de productos, que hace 10 años no era el mismo que el que existe hoy, y que en 5 años más lo más probable   es que también cambie?

Quizás la música se acabe antes de lo previsto y varios hagan una pérdida inesperada con los mal llamados instrumentos de renta fija. Y también con las acciones. ¿Y ningún analista o clasificadora de riesgo siquiera advirtió la situación? ¿Y la CMF nunca pidió que el Directorio de la empresa se pronunciara sobre el costo de reposición económico y la brecha implícita con el valor bursátil?

Quizás alguien plantee que varios aspectos del riesgo del cual se habla en el ejemplo citado, son parte del riesgo diversificable. Bueno, dígale eso a la ciudadanía empoderada, porque seis AFP poseen el 17,8% de las acciones de esa compañía… a ver que le contesta. Conviene reflexionar que el ejemplo de Entel citado se replica en muchas otras empresas y mercados; la destrucción creativa, que es la parte central de esta columna, genera per se un riesgo sistémico, no diversificable.

Es el riesgo. Es la variabilidad de un retorno esperado que no se puede asegurar. No hay que olvidarlo en este tipo de análisis de empresas; tampoco hay que olvidarlo –dicho sea de paso- cuando se hacen proyecciones de valores futuros de pensiones utilizando un retorno esperado, supuestamente conservador, de 4% anual, y se diseña toda una industria (y reformas) en base a ello, sin considerar la Ley de Murphy; y lo peor, sin contarle a la ciudadanía.


Iván Rojas B.

lunes, 5 de noviembre de 2018

Un (peligroso) Compromiso País

https://www.elmostrador.cl/mercados/2018/11/07/un-peligroso-compromiso-pais/


Quizás es políticamente incorrecto “rayarle la pintura” al programa Compromiso País. ¿Quién no va a estar de acuerdo en que principalmente el Estado y el sector privado se unan en una causa tan noble, que busca fomentar el desarrollo y atacar diversos problemas sociales? El riesgo es que se convierta en sólo un eslogan o una moda. O peor aún, que sea una forma farisaica para rasgar vestiduras y limpiar la imagen mediante actos de bondad de limitado valor, que al final resulten en fortalecer aún más las amistades político-empresariales.
En nuestra pequeña economía, lamentablemente, la red de contactos que se ha generado entre los agentes que poseen posiciones de semi-privilegio ha resultado en un equilibrio que nos tiene entrampados en el ingreso medio. 
Así, se ven grandes empresas supuestamente exitosas y dignas de admiración, que basan su estrategia corporativa en imperfecciones de mercado. Por un lado, tienen el “Compromiso País” (¿nueva derivada de la Responsabilidad Social Empresarial?) de dar migajas a programas muy diversos, desde techos a los más necesitados, escuelas rurales, fomento al pobre emprendedor que no tiene acceso a capital, todo con toque de trompeta en vistosas páginas sociales o sendas entrevistas dominicales en el diario regalón, mientras en paralelo, obtienen suculentas rentas anormales en los mercados en los que operan. Ciegamente creen que hacen bien las cosas, incluso creen que le hacen un bien al país; pero no tienen consciencia de que un porcentaje importante de sus utilidades se generan por los abusos a los mismos que pretenden ayudar.
¿Ejemplos? farmacias, pollos, guerra del plasma, repactaciones unilaterales, intereses disfrazados de comisiones, colusiones, bancos que no entregan toda la información a sus clientes, barreras de entrada, barreras de salida, créditos con un costo final para el cliente que excede considerablemente la Tasa Máxima Convencional, ventas atadas, retail que puede crear empresas que actúen como un banco sin someterse a las normas que lo rigen, triangulaciones de platas financiándose en el mercado de capitales y colocarlas al público vía una empresa filial, grandes compradores que aplican el poder negociador contra un proveedor pequeño y le imponen un precio considerablemente distinto del precio del bien transable a nivel mundial, grandes empresas que le pagan el día del níspero a las Pymes, por señalar algunos casos. ¿Acaso no es raro que las mismas empresas que han tenido multas por colusión en el extranjero figuren en nuestro país en un ranking de empresas de mejor reputación o similares?  

¿Y las autoridades? No están a la altura. La SBIF, la CMF (ex-SVS) y el Sernac, creen que hacen bien su pega, pero les pasan goles de media cancha.
¿Ejemplos? Aún no se regula el vacío legal que existe para controlar la usura, a pesar de ser advertidos reiteradas veces. No se quieren dar cuenta de que la Carga Anual Equivalente (CAE) no refleja el costo final del crédito para el cliente; les importa un comino que las instituciones financieras informen mal la CAE; no quieren corregir aquel error conceptual y siguen insistiendo que la tasa anual equivalente es la tasa mensual multiplicada por doce. Si estos errores fueran inocuos para los consumidores, daría lo mismo; pero no lo son. Y cuando se le hacen ver los errores, la SBIF y la CMF son meros buzones burocráticos que hacen como que responden, remitiendo a la normativa vigente que regula la situación señalada; cumpliendo el acto formal de dar respuesta, dan por solucionado el caso.
Dos ejemplos más: 1) En Estados Unidos y Europa, refinadas empresas locales -Latam y Vapores, ¿están en Compromiso País?- han pagado millonarias multas para llegar a acuerdo y cerrar rápidamente casos de investigación por conductas anti-competencia…y acá la CMF, ¿nada de nada? Se quedó tranquila con el Hecho Esencial que señalaba que estaban hechas las provisiones contables respectivas; 2) ¿Se le pasa por alto a la CMF la debacle que se le viene en todo el sistema de pensiones producto de la ficción contable que tienen las compañías de seguros de vida con las rentas vitalicias que prometieron a sus pensionados y que no pueden pagar en ambiente seguro? En esta discusión, la academia, otro actor de Compromiso País, ha estado bastante ausente.
El verdadero Compromiso País es promover la efectiva competencia en todos los sectores. Pero no de la boca para afuera. Para eso está Enade, Icare y similares, donde abundan los lugares comunes y las frases obvias sin sustancia y donde se regalan los oídos a la privilegiada galería asistente. Más que buenas intenciones, se requieren acciones concretas: eliminar de una vez por todas las imperfecciones en todos los mercados y entender que dicho proceso será doloroso, porque implica un Compromiso País real: los mismos que deben tomar dichas decisiones deben salir de su cómodo statu quo. Con dicho Compromiso País, Chile será otro.

Iván Rojas B.

viernes, 26 de octubre de 2018

El Club de los Dinosaurios

En Estados Unidos, una de las economías más dinámicas del mundo, donde la competencia presenta mayores niveles de pureza y el libre emprendimiento es parte de su ADN, se dan situación encomiables, como las que se destacan a continuación.

Es así como, en los últimos 10 años, dicho dinamismo de la economía ha llevado a que el ranking de las empresas con mayor valor bursátil haya cambiado drásticamente en términos de tipo de empresa, país de origen y “edad”, dando paso a la nueva economía: Hace 10 años el listado lo caracterizaban las compañías petroleras, de telecomunicaciones y del retail, principalmente firmas de origen estadounidense y chino. Hoy, en cambio, seis corresponden a firmas tecnológicas. Sólo una petrolera queda, y al final del ranking. Las empresas estadounidenses lideran. 

Así, "en 2008 el listado de las 10 compañías con mayor capitalización bursátil estaba liderado por Exxon Mobil Corp, seguido de la también petrolera Petrochina. En tercer puesto se encontraba Walmart, seguida de China Mobile. Sólo figuraba una empresa de tecnología en ese entonces: Microsoft. Ahora, en cambio, la situación es diferente. Las cuatro empresas más grandes por patrimonio bursátil son tecnológicas: Apple, Amazon, Microsoft y Alphabet (controlador de Google). Facebook y la china Alibaba se ubican en la posición seis y siete, respectivamente. Así, las empresas con más de 100 años quedaron atrás, para dar protagonismo a compañías más jóvenes. Facebok tiene 14 años; Alibaba, 19 años; Alphabet, 20, y Amazon 24 años. Las más “viejas” de este grupo son Apple, con 42 años, y Microsoft con 43”, señala una nota de prensa. 

¿Cómo andamos por casa? Juzgue usted 

En Chile, las top del ranking de patrimonio bursátil son las siguientes empresas de sectores “tradicionales”:

•Falabella: USD 19.372 millones, fundada en 1889: 129 años.
•Copec: USD 18.590 millones, fundada en 1934: 84 años.
•Banco de Chile: USD 14.674 millones, fundado en 1893: 125 años.
•Banco Santander: USD 14.497 millones, fundado en 1937: 81 años.
•CMPC: USD 9.255 millones, fundada en 1920: 98 años.
•BCI: USD 7.977 millones, fundado en 1937: 81 años.

¿Orgullo?

Como referencia, Facebook tiene 14 años y vale casi 24 veces Falabella.

Lo anterior debería llamar a la reflexión sobre algunos temas:

•¿Hay efectiva competencia interna?
•Retraso de nuestra economía versus el mundo desarrollado. 
•Trabas al nacimiento de emprendimientos tipo Cornershop.
•Sin caricaturas, Matamala no está tan perdido con “el Club”.
•Impacto que la revolución tecnológica aun tiene (pendiente) en las empresas que están “adaptándose” a ella.

Iván Rojas B.

martes, 9 de octubre de 2018

TDLC aprueba venta de 24% de SQM a Tianqi: una pésima señal




El Tribunal de Defensa de Libre Competencia (TDLC) aprobó el Acuerdo Extrajudicial suscrito entre la FNE y Tianqi Lithium Corporation (Tianqi) en el cual se autoriza a Tianqi a adquirir el 24% de SQM, sujeta a restricciones de manejo corporativo con el objetivo de limitar la posibilidad de acceso a la información  sensible de SQM a la que Tianqi, a raíz de la adquisición, podría acceder.

Lo anterior es es una pésima señal que se envía a nivel interno y externo, en un país donde lo que se requiere es fortalecer la competencia en todos los niveles.

Resulta evidente que dicha transacción, donde una compañía (Tianqi) compra un porcentaje importante de la propiedad de su competencia (SQM), por muy exigentes que sean las restricciones, termina en “alinear” los intereses de dos importantes productores del mercado mundial del litio; mercado que muestra imperfecciones tanto en la oferta como en la demanda.

La propia FNE define el interlocking como “un vínculo entre dos empresas competidoras, que se produce cuando éstas comparten directa o indirectamente personas en sus cargos ejecutivos relevantes o en su directorio. Su forma más directa se observa cuando una persona ejerce dichos cargos en dos empresas competidoras y se encuentra expresamente prohibida, si es que se cumplen los umbrales de ventas establecidos en el mismo artículo. Lo anterior, sin perjuicio de que formas indirectas de interlocking, o casos en que no se superen dichos umbrales, puedan ser objeto de revisión respecto de sus riesgos o efectos en la libre competencia”. Si se piensa que en este caso es posible limitar el acceso a la información mediante una serie de restricciones o pensar que no se configuran los elementos que definen un interlocking (y prohibirlo expresamente a futuro),  y que con eso se eliminan los potenciales conflictos que afectan la competencia, equivale a cegarse a la posibilidad de que exista una colusión implícita: la colusión más difícil de probar.
¿Acaso los efectos de esta transacción no apuntan a que se  “impida, restrinja o entorpezca la libre competencia, o que tienda a producir dichos efectos”? Entonces, ¿por qué no dar la señal potente a los partícipes en este mercado, al resto de los sectores de la economía y también al resto del mundo,  que, ante una duda razonable de riesgo de afectar la competencia, lo mejor sería prohibir las participaciones cruzadas entre competidores?

El hecho de que Corfo inicialmente haya denunciado los efectos anticompetitivos que esta operación tiene asociados, y que luego, producto del cambio en su administración, se haya ausentado de la audiencia en el TDLC, quedándose tranquilo con las medidas de mitigaciones que pidió la FNE, es también una pésima señal. Impresentable.

Iván Rojas B.

martes, 2 de octubre de 2018

Y todo por un tuit...


http://www.elmostrador.cl/mercados/2018/10/02/todo-por-un-tuit/



Puede que sea el tuit más caro de la historia: USD 40 millones. Elon Musk, hasta ahora presidente de Tesla, acordó con la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos (SEC) el pago de USD 20 millones (otros USD 20 millones deberá pagar Tesla) junto con la salida como Presidente de la compañía por tres años. ¿La razón? La demanda de la SEC por fraude.

¿Cuál fue el fraude? Un tuit. En agosto recién pasado Elon Musk publicó en su cuenta de twitter que la compañía podría salir de la bolsa. Muchos inversionistas (accionistas) se sintieron perjudicados.

Fíjese en los tiempos: el tuit es del 7 de agosto; la demanda de la SEC se presentó el 27 de septiembre; y no pasaron ni 72 horas entre la acusación de la SEC y el acuerdo.

Fíjese en la causa: un tuit –que escapa a toda formalidad- señalando una idea, una posibilidad de hacer de Tesla una compañía privada de nuevo. Idea que nunca se materializó (y que dicho sea de paso, es perfectamente válida de realizar, siguiendo los “protocolos” correspondientes), pero que, sin embargo, tuvo efectos colaterales en bolsa. Efectos por los que la SEC tomó cartas en el asunto.
¿Cómo andamos por casa? Malena canta el tango. Acá en Chile vemos que por actos infinitamente más gravosos, las autoridades no hacen bien su pega. Algunos ejemplos:

La multa de 7 millones de euros a Compañía Sudamericana de Vapores (CSAV) en febrero de este año por parte de  Comisión Europea (CE) por incumplir las normas de competencia de la Unión Europea (UE), como parte del acuerdo para cerrar el caso. 

LAN reconoció años atrás ante el regulador antimonopolio americano haber participado en un cartel en la industria de carga internacional. En Estados Unidos pagó casi USD 100 millones. En Chile esta causa se archivó. Posteriormente, LATAM (ex LAN) fue nuevamente investigada por el regulador americano y se obligó ante la SEC y el DOJ a pagar USD 20 millones frente a eventuales irregularidades.

El pasado mes de septiembre, la SEC informó que Patricio Contesse aceptó pagar USD 125.000 para poner fin a los cargos de corrupción por los pagos realizados (como gerente de SQM) en el marco del financiamiento irregular de la política. Particularmente, se trata de violación de reglas de control interno de la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero (FCPA), entre otros.

Y no olvidemos que está la denuncia contra el Presidente Sebastián Piñera ante la SEC relativa a la compra de acciones LAN media hora después de haber participado en reunión de Directorio conocer los estados financieros de la compañía.

¿Puede la Comisión para el Mercado Financiero (ex SVS) lavarse las manos? ¿O nos quedamos tranquilos con los Hechos Esenciales y las respectivas provisiones contables? ¿Dónde quedaron los consumidores y accionistas chilenos afectados en cada caso? ¿Seguiremos viendo como las autoridades Estados Unidos y Europa investigan y sancionan un ilícito, y no las de Chile, a pesar de que las autoridades nacionales tienen un cuerpo legal y herramientas para actuar similares? Por si acaso, la SEC no se compra el argumento de la prescripción, o por lo menos, no como acá. La moraleja es clara: en el mundo globalizado, las reglas del primer mundo rigen, cada vez más, a todos; quiéralo o no.

Mientras tanto, no es de extrañar que acá se vea que un ejecutivo sancionado afuera recibe un premio, o da una extensa entrevista en el diario donde paga su publicidad. Una foto en las páginas sociales entregando un cheque a una fundación siempre es bienvenido. Y por supuesto, también es muy bien visto algún discurso en Icare... de hecho, ya se nos recuerda que Ubi Concordia, Ubi Victoria.

Iván Rojas B.

lunes, 30 de julio de 2018

El irrelevante cartel del fuego



Un reciente requerimiento de la Fiscalía Nacional Económica (FNE) ante el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia plantea que las empresas Faasa Chile Servicios Aéreos Ltda. y Martínez Ridao Chile Ltda. se coludieron para fijar precios y condiciones de mercado en su servicio de combate de incendios forestales. Según la FNE, esta conducta habría afectado directamente a entidades privadas y públicas, como la Conaf, Celulosa Arauco, Mininco y la Onemi. Todos indefensos niños de pecho.

Así, tenemos a Conaf analizando posibles acciones legales. Por su parte, los abogados de CMPC también están “estudiando los antecedentes”. ¿El diablo vendiendo cruces?

Por supuesto, toda colusión es repudiable; todo cartel tiene afectados. Pero, ¿será que es invierno y hace frío que la FNE está preocupada de tan relevante cartel del fuego? Capaz que el próximo cartel a analizar sea el de los carritos de maní del centro. ¿O serán las vacaciones de invierno que tiene a los medios de comunicación rellenando sus páginas?

Perdónenme una cosa, pero hasta los nombres de estas empresas de Responsabilidad Limitada (que quizás usted, al igual que yo, no las había visto u oído ni en pelea de perros) son, como decirlo sin que se malinterprete, ratones de cola pelá (iba a usar el adjetivo “rasca”, pero me arrepentí) en relación con su contraparte. ¿Cuál será el verdadero poder negociador de estas dos empresitas contra el gran CMPC, como para hablar de posición dominante? ¿Contra la Conaf y la Onemi? ¿Qué porcentaje de los costos de la CMPC será la facturación de Faasa -no la farmacia, por si acaso- y Martínez? Capaz que la propia flota interna anti-incendios de la CMPC sea más grande que Faasa y Martínez juntas, y sus costos de operación sean varias veces las ventas de aquellas. ¿Cuál es la elasticidad precio de la demanda de un insumo que es un porcentaje mínimo de los costos totales?
Y en lo relevante, ¿cuántas hectáreas no se combatieron adecuadamente producto del sobreprecio cobrado?

El presupuesto de la FNE es considerablemente menor que el de Sernac, Onemi, Servel, Injuv y el Consejo Nacional de Televisión, por citar algunos. Es una pena que la FNE pierda tiempo valioso y destine sus limitados recursos en un tema que es más bien menor en relación a otros “incendios” cuyo costo social es varias veces el del cartel del fuego. Costo de oportunidad creo que le llaman. Retail, bancos, telecomunicaciones, isapres, agricultura en general, transporte... son algunos sectores que se han abarcado por “encimita” no más.

A veces los árboles no dejan ver el bosque. Menos cuando hay humo… humo de incendio.


Iván Rojas Bravo

martes, 19 de junio de 2018

Intereses disfrazados que eluden la Tasa Máxima Convencional


http://www.elmostrador.cl/mercados/2018/06/19/intereses-disfrazados-que-eluden-la-tasa-maxima-convencional/


En febrero de 2014, tras analizar algunos contratos y detectar que contenían cláusulas contrarias a la Ley del Consumido, el Sernac interpuso una demanda colectiva contra el Banco de Chile. Hoy, más de cuatro años después, el banco deberá compensar con más de US$30 millones a 140.630 consumidores que se vieron afectados.

¿Qué pasó? Se objetó la conducta respecto del producto “Sobregiro Pactado”, asociado a la cuenta corriente, también parte del “Contrato Unificado de Productos de Personas”. El señalado banco cobró comisiones semestrales y mensuales, que no dieron cuenta de una contraprestación distinta al uso del dinero que se dio en préstamo, por el que ya se pagó interés.

¿Será un caso puntual de intereses vestidos de comisiones? Si lo es, perfecto que se haya corregido; pero si va más allá de un caso puntual, ¿se deberá esperar una demanda colectiva –y 4 años- por cada “caso-institución”? ¿Cuál es el rol de la SBIF, toda vez que este gol lo metió el Sernac y no la institución supuestamente especializada en regular a bancos e instituciones financieras?

¿Habrá sido el actuar del Banco de Chile muy distinto del resto? Estamos hablando de una industria donde sólo 4 instituciones concentran el 59% de los créditos de consumo bancario y no bancario; donde 5 instituciones concentran el 71% de los créditos de consumo bancario y no bancario. En este mercado del crédito con características oligopólicas, se facilita la existencia de imperfecciones, más allá de casos puntuales, que afectan a chilenos que necesitan de la bicicleta financiera para llegar a fin de mes, endeudados 5 veces su ingreso, que destinan un 25% de su ingreso mensual al pago de deudas (a junio de 2017, 31% de los deudores presentaban una carga financiera mayor al 40% del ingreso), y donde el 43% de los deudores tiene ingresos mensuales menores a $500 mil.

En un mercado así, se dan hechos bastante curiosos: tenemos 12 Tasas Máximas Convencionales, supuestamente para proteger a los demandantes de crédito. Como que resulta evidente que al establecer precios máximos en un mercado, la conclusión de primer año de economía sería que algo no funciona bien, en términos de competencia. Competencia real, entendida desde el punto de vista económico y no como los gerentes de los bancos nos la quieren pintar: con agresivas campañas publicitarias para captar clientes.
Entonces, antes de discutir si se debe elevar la Tasa Máxima Convencional (TMC) enarbolando la bandera de recuperar los clientes desbancarizados que han quedado presa del mercado informal del crédito, resulta necesario analizar las distintas imperfecciones de este mercado, porque la TMC es un reflejo de este mercado imperfecto y no la causa.

Y no hay que ser muy creativos. Partamos por aplicar la normativa vigente. La Ley 18.010, Art. 8 señala: “Se tendrá por no escrito todo pacto de intereses que exceda el máximo convencional, y en tal caso los intereses se reducirán al interés corriente”. Si a este artículo agregamos lo establecido en el reciente caso de la demanda colectiva del Sernac contra el Banco de Chile, donde las comisiones cobradas no dieron cuenta de una contraprestación distinta al uso del dinero que se dio en préstamo, por el que ya se pagó interés, entonces cabe preguntarse:

·         ¿Cuánto de las comisiones mensuales y supuestos gastos de administración en cuenta corriente, líneas de crédito, tarjetas y avances en efectivo son en realidad intereses disfrazados?

·         ¿Cuál es el exceso de gasto y comisiones cobradas en relación a los que éstos serían en un modelo de tecnología de punta?

·         ¿Cuál sería la tasa de costo final para el cliente, agregando todos los costos y gastos que van por el lado?

·         ¿Por qué el CAE (Carga Anual equivalente) no incorpora todos los costos y gastos?

·         ¿Qué pasaría si en cada operación de crédito se obligara a entregar la tasa de costo financiero final para el cliente (que insistimos, no es el CAE) y ésta se comparara con la TMC?

·         ¿Qué pasaría si se cierra definitivamente la ventana para eludir la TMC y en vez de aplicar la TMC a la tasa “pura” del crédito, se establece que el costo final para el cliente, sumando todo (interés, comisiones y gastos que se originan producto del crédito) no puede exceder la TMC?

·         ¿Qué pasaría si a todas las instituciones bancarias y casas comerciales que operan como bancos se hiciera el cálculo de la cifra a restituir a los consumidores por los cobros excesivos, de acuerdo al test de la tasa de costo de endeudamiento final a todas sus operaciones de crédito de, digamos, los últimos 5 años, debiendo recalcular los créditos a la tasa de interés corriente y devolver todo el exceso cobrado?

La SBIF ya quedó como chaleco de mono. Esperemos que el nuevo Superintendente, ex hombre de la banca, haga su pega, teniendo en cuenta que ahora no juega en el mismo equipo de sus ex colegas; teniendo en cuenta que ahora debe regular a sus amigos.

Iván Rojas B.

viernes, 15 de junio de 2018

Un país sin Isapres


http://www.elmostrador.cl/mercados/2018/06/04/un-pais-sin-isapres/


Si la reciente propuesta del presidente Piñera relativa a eliminar la discriminación por sexo en los planes de Isapres -donde los hombres pagarán “un poco más” y las mujeres “un poco menos, con el fin de equiparar costos-, se hubiese hecho en el gobierno anterior, los entendidos la habrían despedazado inmediatamente. Es curioso que en un gobierno supuestamente técnico se hagan este tipo de tonterías. ¿Piñericosas?
En los planes diferenciados de salud de las Isapres se confunde, a mi entender, un síntoma (a solucionar, por supuesto) con la causa del problema. Y por lo tanto, las soluciones propuestas son malitas. Marketeras, pero malitas.

Las Isapres son un invento sin mucha racionalidad económica. Pagamos una cuota mensual por un plan de salud, que es función de los ingresos de la persona, lo que de partida tiene muy poco (o nada) que ver con la función de costos del servicio. Una segunda distorsión en la oferta del producto es que a un mismo nivel de ingresos, las personas acceden a planes diferentes –y aquí la discriminación por sexo, entre otras variables- según la tabla de factores que usan las Isapres para fijar el precio de sus planes.

Por su parte, es en la demanda del “producto salud” donde, quiéralo o no, hay diferencias en el uso esperado del servicio entre hombres y mujeres, entre jóvenes y ancianos. Es decir, es más bien la demanda y no la oferta, la que verdaderamente depende de variables como sexo y edad.

¿Sugiere lo anterior que el precio a pagar dependa de variables como sexo y edad? No necesariamente. Salvo especialidades médicas que enfrenten curvas de demandas propias, “separadas” o “independientes” del resto, el precio de una consulta de salud “estándar” no debería depender mucho de la frecuencia con que la persona va al doctor, y en ese sentido, no habría que cobrar diferenciado a una mujer o a un anciano. Si un anciano va al doctor más seguido que un joven, por cierto que su desembolso total será mayor, pero en total (mensual) y no en el costo medio por unidad de servicio.

¿Y qué monos pintan las Isapres? Las Isapres, si sirven de algo, deberían operar como un eficiente seguro de salud. Se podría argumentar que si hacemos una analogía con los seguros de los autos, resulta lógico cobrar más al conductor imprudente, que tiene asociada una mayor probabilidad de siniestro; entonces, también resultaría lógico que un seguro de salud discrimine por tipos de usuarios. Sin  embargo, en el caso actual de las Isapres, el precio del servicio no depende del “comportamiento” de cada persona, sino más bien, de su condición ex ante. En el caso de la salud, la ley de los grandes números se aplicaría a las probabilidades de uso del servicio que distintos perfiles de personas tienen asociados. Las estadísticas deberían ser bastante certeras en asignar estas probabilidades. Entonces, lo que sí se sabría es el uso esperado que cada persona tendría de las distintas atenciones de salud, pero sin impactar necesariamente el precio unitario de una consulta.

Eventualmente, un enfermo (anciano, mujer u hombre) que usa con alta frecuencia el servicio de salud no podría pagar el P*Q total. Como una medida de equidad, se debería hincar el diente en aliviar la carga de este desembolso en el presupuesto familiar. Un razonamiento similar podría aplicarse a los remedios. Aquí está el rol del Estado, a través de subsidios, de asegurar una cobertura mínima de atención.

Lo que se pretende hacer actualmente se parece más a un impuesto encubierto que busca parchar deficiencias de fondo de un sistema que va a seguir funcionando como las berenjenas. Convengamos, eso sí, que las soluciones de mercado no necesariamente solucionan un problema demográfico. Pero si vamos a optar por ellas, partamos por eliminar todas las imperfecciones en este mercado y apuntemos a más competencia, transparencia y correctos precios de transferencias, y ataquemos las barreras de entrada, participaciones cruzadas e integraciones verticales.

Mientras tanto, en el salón de la fama, más de lo mismo: se cree que lo que hay funciona más o menos bien y solo hay que hacer algunos ajustes, en vez de plantearse reformas profundas a la vieja industria. Pero corren otros tiempos. Con el apabullante cambio tecnológico y las nuevas formas de trabajo y de vida en general, capaz que en pocos años las Isapres estén de más y lleguen a ser un penoso recuerdo de una solución de mercado mal implementada que resultó en una transferencia unilateral de utilidades, en cómodas cuotas mensuales. Ni el lobby de grupos de interés podrá parar eso.

Iván Rojas B.

martes, 17 de abril de 2018

¡Es el margen, estúpido!

http://www.elmostrador.cl/mercados/2018/04/17/1248944/

En la industria del Retail, la amenaza –plenamente vigente y creciente- del mundo digital sobre el mundo físico tiene a todos sus ejecutivos en estado “tranquilo-nervioso”. Tratándose de convencer entre ellos, primero, diciendo lo que quieren oír, luego pretenden persuadir a sus feligreses analistas e inversionistas, regalando los oídos con argumentos que desde el punto de vista de análisis económico son bastante simplones. Lo peor de todo, como sugiero en esta columna, argumentos errados que podrían costar caro.

Así, recientemente se ha defendido la rentabilidad de las tiendas físicas frente al proceso de transformación digital. “No porque salga Netflix, la gente va a dejar de ir al cine”, dijo alguien por ahí. Otra: “la gente sigue prefiriendo ser atendida por personas, en lugar de robots… por la misma razón que no invitamos a comer a un robot, porque queremos estar con personas”. Hay que reconocer que las frases son ingeniosas, pero livianitas. ¿Comprarán esos argumentos en los Directorios? Otra más, que por obvia cae de madura: “Las tiendas que permanecen son las que empiezan a entender qué es lo que quiere un cliente cuando va a comprar a una tienda”… ¿En serio?

A la hora de ponerse (un poco más) serios, se plantea que ambos mundos pueden convivir. Por un lado, se está avanzando en perfeccionar la presencia onmicanal y logística, y por otro, se sigue trabajando en enriquecer la experiencia de ir a comprar a la tienda física. Sobre lo que ha ocurrido en EE.UU., se pone paños fríos: el formato de allá no es el mismo que el chileno, en Chile aún estamos atrasados respecto de la penetración de los centros comerciales que posee EE.UU., y que el cierre de tiendas allá se debe a su ejecución mediocre. Es que los gringos no cachan ná.

Se echa de menos, sin embargo, una vuelta de tuerca más. Una tesis con mayor sustento económico.  En esta discusión, EL “problema” central es la destrucción creativa. Esa es la madre del cordero. Su implicancia es, en términos de la teoría económica, el reemplazo de una función de producción obsoleta por una significativamente más eficiente. Yendo a lo concreto, si mi negocio actual enfrenta una alternativa -clara y permanente- cuyos precios pueden ser una fracción de los míos, adiós a los jugosos márgenes; adiós a las rentabilidades actuales. Por mucho que quiera “enriquecer” la experiencia presencial, al final del día es la señal de precios la que en gran medida predomina. Cemento, inventarios, vendedores, personal administrativo y caros caciques por doquier, por mucho que los “amonone”, la tienen cuesta arriba es esta “adaptación”.

Estos márgenes más estrechos impactarán en la nueva forma de operación de los malls actuales. No van a desaparecer; pero ya se habla de grandes centros de reunión social y entretención. O sea, cambió radicalmente el modelo (léase la cuantía, forma y plazos de los flujos de caja) con el cual originalmente fue evaluado el proyecto de inversión. Ese VAN original se esfumó. Adicional a los márgenes más estrechos, la mayor incertidumbre producto de la mayor obsolescencia económica-tecnológica lleva asociado ser mucho más conservadores en proyectar flujos y múltiplos de valoración a los nuevos proyectos. ¿Y si en 5 años más a Google se le ocurre la loca idea de dar créditos de consumo?... hasta aquí no más llegamos. Es tan así la cosa, que la incertidumbre tecnológica ni siquiera podría asegurar la supervivencia de Amazon en unos cuantos años.

Como en el mercado de capitales los agentes anticipan lo que viene, se comparará el valor presente de los nuevos flujos ajustados con el valor en bolsa actual, y se darán cuenta que algunos precios están caros. También se darán cuenta que es perfectamente posible que no se pague la deuda emitida a plazos muy largos, anticipando también dicho efecto. A esta altura deberíamos tomar nota que el pánico, cuando agarra vuelo, no lo para nadie.

Los menores márgenes permanentes (y si varían, el avance tecnológico los hará aún más estrechos, por definición) harán recordar el siguiente axioma económico: un activo no puede valer más que el costo que tiene rehacerlo desde cero  (replicarlo con nueva tecnología). Los Directorios debieran analizar que si la nueva función de producción -sin las actuales estructuras pesadas de costos fijos y a costos variables que son una fracción de los hoy vigentes - no da mucho lugar para “adaptaciones”, sino más bien a “parches”, se podría replicar la empresa, a lo más, invirtiendo un monto equivalente al capital contable. En consecuencia, el precio de la acción de las actuales empresas estaría caro. ¿Qué justificaría, entonces, el actual “premio” en el precio de la acción? ¿La “marca”, la cartera de clientes y/o la gestión? Sería bueno que, ya que su antecesora nunca lo hizo, la nueva CMF le pidiera al Directorio que hiciera una estimación del costo de reposición y explique el premio en bolsa. Que se incluya, también, un comentario sobre las imperfecciones de mercado. Por lo menos como un ejercicio académico.


Alguien dirá que Amazon, por ejemplo, desde su mundo virtual ha puesto una patita en el mundo físico, validando con ello que ambos pueden coexistir. Cuidado, Amazon no está replicando el retail tradicional; debe tener lo mínimo indispensable en estructura física para ser eficiente. Mal que mal, estamos hablando de bienes tangibles en la mayoría de los casos. Y un detallito: el paso del mundo virtual al indispensable mundo físico no es económicamente equivalente al revés. Y eso hace la gran diferencia. Y otra cosa más, ¿quién sabe si en 5 años más, las decisiones actuales de Amazon en el mundo físico no serán una mochila de la cual quiera deshacerse?


En conclusión, no se está diciendo que el retail tradicional vaya a desaparecer. Quizás a la gente le siga gustando ir al mall; de vez en cuando -tomando la ingeniosa frase- ir al cine también es divertido. Pero el precio de la entrada no será el mismo. Eso está claro. No nos confundamos, a la hora de abrir la billetera, por muchos fuegos artificiales que haya, la gente no se pierde. Menos los millenials.



Iván Rojas Bravo

jueves, 1 de marzo de 2018

Multa a Vapores (y otros)… ¿Pasó piola en Chile?




http://www.elmostrador.cl/mercados/2018/03/01/multa-a-vapores-y-otros-paso-piola-en-chile/


Hace pocos días la Comisión Europea (CE) impuso una multa de 395 millones de euros a varias empresas de transporte marítimo, entre ellas, la compañía chilena Vapores (CSAV), por incumplir las normas de competencia de la Unión Europea (UE).
Las empresas en cuestión -CSAV, K Line, MOL y NYK (japonesas), WWL y EUKOR (noruega y sueca)- participaron en un cartel para el traslado marítimo intercontinental de vehículos nuevos, camiones y otros, entre Europa y otros continentes, en el período octubre 2006 y septiembre 2012. La investigación reveló que los gerentes se reunían en sus respectivas oficinas, restaurantes, bares y otros encuentros sociales, además de mantener contacto telefónico, con el fin de coordinar precios, repartirse clientes e intercambiar información "sensible", como los cargos y recargos añadidos a los precios con el objetivo de compensar las fluctuaciones del tipo de cambio o del petróleo.
Resumen: el objetivo fue mantener el cómodo statu quo y “respetar” los negocios tradicionales de cada empresa en determinadas rutas o clientes. Resultado del cartel: afectó a los importadores europeos de vehículos como a los consumidores finales europeos.
Todas las firmas reconocieron su implicación y acordaron resolver el caso. CSAV deberá pagar 7 millones de euros. ¿Qué dijo la compañía? Que la sanción impuesta fue basada en un acuerdo alcanzado con la Comisión y que la multa asignada corresponde al 1,8% del total de las multas; además, "dicha sanción no tendrá efectos en los resultados de la Compañía, al estar ya considerada en la provisión (…) en los estados financieros (…) de 2013 y que fueron informados al mercado (…) ese mismo año". Finalmente, tras señalar que se prestó toda la colaboración en la investigación, la compañía adoptó “prontas y efectivas medidas” para cesar este tipo de conductas.
En los medios escritos, la noticia salió bastante “discreta”. Y, además, en buena fecha. Piola.
¿Caso cerrado? ¿Por qué son las autoridades Estados Unidos y Europa las que logran investigar y sancionar un ilícito, y no las de Chile, a pesar de que las autoridades nacionales tienen un cuerpo legal y herramientas para actuar similares? ¿Acaso en Chile no se vieron perjudicados también los importadores de vehículos y los consumidores finales, tras limitar la competencia y pagar un costo mayor por flete, entre otros cargos? ¿No deberían pagar, entonces, CSAV y los otros, una multa por dicho excedente expropiado en Chile? Ah, se me olvidaba que puede que estos actos estén prescritos.
El caso CSAV no es aislado.
LAN reconoció años atrás ante el regulador antimonopolio americano haber participado en un cartel en la industria de carga internacional. En Estados Unidos pagó casi USD 100 millones. Sí, de dólares, no de pesos. En Chile esta causa se archivó. Posteriormente, LATAM (ex LAN) fue nuevamente investigada por el regulador americano y se obligó ante la SEC y el DOJ a pagar USD 20 millones frente a eventuales irregularidades. Y el numerito del error en la forma de registro del “pago” aquel en argentina, ni a Scorsese se le habría ocurrido…
¿Puede la Comisión para el Mercado Financiero (CMF, ex SVS) lavarse las manos? La transparencia del mercado va más allá de informar en Hechos Esenciales y hacer las respectivas provisiones contables. Se trata, también, de asegurarse que el directorio tome los resguardos respectivos en materia de competencia; se trata, también, de oficiar a las compañías en las cuales de acuerdo a la propia investigación que debería hacer la CMF, existen sospechosas y peligrosas imperfecciones en los mercados en los que operan. En definitiva, se trata de anticiparse a la labor investigativa y sancionatoria de la FNE mediante la prevención, por lo menos en las empresas listadas en bolsa. Una verdadera transparencia y protección a los accionistas e inversionistas en general. Y aquí sí que estamos al debe. Bancos, Retail, Farmacias, Telefonía, Servicios Básicos, Leche, Uva Vinífera… ¿le suena la palabra abuso? Recordemos que en economía la palabra abuso no existe como concepto; sí existe la expresión “imperfecciones del mercado”.
Mientras tanto, parece que seguiremos viendo como Estados Unidos y la Unión Europea hacen la pega, más allá de sus fronteras… cobrando millonarias multas mientras acá los ejecutivos reciben galardones, discursean sobre ética empresarial en Icare, dan sendas entrevistas en el diario regalón, y aparecen en las páginas sociales entregando un cheque a una fundación. Mal que mal, harto burros parece que somos. Parece que vamos a entender a la mala que lo relevante no es que las conductas o contratos sean santificados en Chile; deben –además- serlo fuera de nuestras fronteras. Si una Autoridad o Tribunal chileno desconoce o no quiere ver alguna irregularidad, nada asegura que éstas pasen piola en Estados Unidos o Europa, menos en el mundo actual. Por cierto, creer que la empresa está inmune a ello porque no tiene listada sus acciones o no ha emitido bonos en Nueva York, a esta altura es bastante ingenuo; basta cualquier conexión, por mínima que sea, a un mercado del primer mundo, para que un Pit Bull americano, un Bulldog inglés o un Pastor alemán, metan sus narices. Esos perros agarran y no sueltan.



Iván Rojas B.