miércoles, 6 de enero de 2016

Dura vendimia a la vista




 
El título es similar a un artículo publicado en la Revista del Campo (El Mercurio) el 14 de diciembre. Como no estaba de acuerdo en sus argumentos, envié una carta respuesta al señalado medio, la cual a la fecha no ha sido publicada. Una lástima.
Dada la importancia económica del tema, me permito re-escribir esta columna en Estrategia.
En síntesis, el artículo señaló que debido al alto volumen que se espera en la cosecha de uva vinífera, los productores enfrentarían un tercer año consecutivo con bajos precios (en realidad el cuarto año); además, el que los productores hubiesen reaccionado a los bajos precios aumentando la producción de los campos como forma de hacer rentables sus hectáreas, podría presionar aún más a la baja el precio de la uva.
Algunos comentarios:
1)      En Chile la producción de vino es del orden de 1.300 millones de litros al año, de los cuales se exporta un 85%. De esta forma, el vino es uno de los productos más transables de nuestra economía, mucho más que la leche, madera, celulosa o el trigo. Pero en el contexto internacional, donde se producen unos 27.000 millones de litros y se exportan-importan unos 10.000 millones, el vino chileno que se exporta representa en torno a un 10% del comercio mundial; un aumento en la producción local de 100 ó 200 millones de litros es insignificante. Es decir, Chile es un tomador de precios.
2)      En ausencia de imperfecciones de mercado, el precio de la uva vinífera debería estar relacionado establemente con el precio del vino de categoría equivalente. La función de demanda del insumo uva vinífera es una función derivada de la demanda del vino y, por lo tanto, es más inelástica que la demanda del producto final.
3)      La relación precio de la uva sobre el precio del vino a granel -siguiendo un criterio de homologación- debería ser parecida y estable en Chile, España, China o Estados Unidos, de lo contrario, habría oportunidades de arbitraje.
4)      En una economía abierta como la nuestra, el precio internacional de este insumo debería determinar también el precio interno. Si el precio local pagado de la uva tiene un nivel y/o trayectoria distinta a los precios mundiales relevantes, significa que estamos frente a un mercado imperfecto, de tipo oligopolio-oligopsonio.
5)      En EEUU -gran productor, exportador e importador de vino y uno de los mercados más competitivos del mundo- tanto la trayectoria como el nivel de los precios de la uva en California en los últimos años difieren significativamente del precio de la uva local; estas diferencias confirman que el mercado en Chile adolece de serios problemas que podrían dar curso a sanciones compensatorias internacionales y a investigaciones serias de colusión en Chile, donde tres o cuatro grandes compañías controlan, por producción propia o compras a terceros, alrededor de un 75% del mercado, y año a año fijan el precio al cual comprarán la uva a los pequeños y medianos productores. Existe a lo menos una colusión implícita que lleva a un equilibrio no competitivo. ¿Qué coherencia tiene los precios al alza en Estados Unidos con las bajas permanentes en Chile? ¿Sería este un caso donde los exportadores de vino chilenos estarían teniendo una ventaja competitiva a nivel internacional basada, en parte, en abuso de poder negociador con sus proveedores en el mercado interno?
6)      Aparte del efecto adverso sobre los atomizados pequeños y medianos viñateros, esta forma no competitiva de operar en Chile lleva a tomar malas decisiones de inversión, no óptimas desde el punto de vista de la asignación de recursos y con altos costos sociales: mientras Chile debería estar aumentando drásticamente la cantidad de hectáreas productivas de uva vinífera (duplicando o triplicando las actuales plantaciones, a lo menos, para ser un gran actor a nivel mundial, dadas sus excepcionales ventajas comparativas), la superficie plantada ha disminuido, estimándose entre 5.000 y 7.000 hectáreas en el último año, y reconvirtiéndose a otros productos de mayor rentabilidad privada. Este es parte del costo que la sociedad paga por tener un mercado imperfecto y señales equivocadas.
7)      Por todo lo anteriormente señalado, una “gran cosecha chilena” no debería afectar los precios ya que es cuantitativamente irrelevante a nivel mundial. Las menciones a que “hay mucha uva” o “que viene una gran cosecha”, tan típicas en artículos en esta época pre fijaciones de precios de la uva, sí se prestan para que gente menos sofisticada se deje engañar por lo que podría ser la estrategia comunicacional de un condenable cartel.

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