lunes, 26 de mayo de 2008

¿Y la rentabilidad social?


Según una encuesta, lo mejor del discurso presidencial del 21 de mayo fue el anuncio de las becas financiadas con un futuro Fondo Bicentenario de Capital Humano, al cual se destinarán USD 6.000 millones invertidos en el extranjero. Esto permitirá que los chilenos que se perfeccionan en el exterior pasen de 500 a 2.500 becados en sólo dos años. Y la cifra se elevará a 6.500 al año 2012. El “aplausómetro” indicó la segunda ovación más larga de la mañana.

Pero dado que los recursos son siempre escasos y su uso debiera ser eficiente, especialmente cuando se trata de dinero de todos los chilenos, es útil preguntarse qué se quiere conseguir con esta inversión. La pregunta resulta interesante si la pauta apunta a ordenar los proyectos según su rentabilidad social.

Las dos principales herramientas para ascender en la escala social son el empleo (derivado principalmente por un mayor crecimiento económico) y, en un plazo mayor, la educación. Según la encuesta Casen 2006, el ingreso promedio mensual de una persona con enseñanza media completa es de $245.000. Si estudia 4 y 5 años más, éste se duplica y llega a $800.000, respectivamente. Por lo tanto, la focalización del gasto es esencial para que de manera autónoma, y no vía subsidios del Estado, en el mediano plazo los más pobres dejen de serlo. Sin una ayuda extra se hace extremadamente difícil romper el círculo vicioso de la pobreza.

Si bien también existen programas para la educación superior (tal como el anuncio de que en 2009 se ofrecerán 35.000 becas para estudios técnicos superiores, orientadas al 60% más pobre de la población), las cifras envueltas dan para pensar. Si consideramos que una carrera técnica de 3 ó 4 años y una carrera universitaria de 5 ó 6 años tienen un costo anual en torno a $820.000 y $1.500.000, respectivamente, una beca de postgrado del Mideplan equivaldría a unas 8 carreras técnicas o a 3 carreras universitarias completas; una beca Conicyt para magíster equivaldría a por lo menos unas 12 carreras técnicas o a 5 carreras universitarias completas; y una beca Conicyt para doctorado equivaldría a por lo menos unas 25 carreras técnicas o a 9 carreras universitarias completas.

Por supuesto que tampoco se quiere decir que no existan ayudas para perfeccionarse en el exterior. El punto es válido cuando muchas de estas becas no se la ganan alumnos top, el destino no es a universidades top y/o las áreas de perfeccionamiento son tal que prácticamente el único beneficiado es la persona capacitada. A modo de ejemplo, ¿cuál es la rentabilidad social de una beca para estudiar filosofía versus ingeniería? De 300 becas Mideplan entregadas el año pasado, 12 fueron a ingeniería y tecnología, mientras que 48 a humanidades. Incluso más, ¿deben ser necesariamente becas a estas personas que van a formar parte (o ya son) del decil más rico? Más eficiente sería en muchos de estos casos dar financiamiento a la inversión en capital humano, con los años de gracia respectivos, y pagaderos, por ejemplo, dentro de la declaración anual de renta, a fin de disminuir el riesgo del crédito.

Resulta paradójico que a un gobierno que dice tener alta sensibilidad social parece que se le olvida utilizar la principal herramienta para priorizar sus inversiones.

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