martes, 19 de febrero de 2008

¿Orgullo patrio?



Se dice que es el mejor de América Latina, que tiene destacables índices de eficiencia y que su fortaleza es equivalente a la de Austria, Alemania y Japón. Es nuestro sistema financiero. Orgullo patrio, sin duda.

Pero resulta paradójico que en tan loable mercado no sea posible comparar fácilmente dos productos, una premisa básica para que un mercado opere en forma competitiva. Así ocurre, por ejemplo, en los créditos de consumo, donde la existencia de variados costos asociados a una compra, en adición a la ya alta tasa de interés (la que muchas veces juega al borde de la tasa máxima convencional), impide saber inmediatamente el costo real para el cliente. Si esto es difícil, para qué hablar de comparar dos alternativas.

Particularmente en el caso de las tarjetas de crédito no bancarias, existen una serie de cobros adicionales que el cliente debe pagar, tales como comisiones por avances en efectivo, por compras en cuotas, por mantención de la tarjeta, etc. Un estudio independiente señala que al agregar los costos por transacción (es decir, costos directamente asignables a una compra), el rango de tasas puede ir entre un 40% y un 137% anual. Y si se agrega una proporción de los costos de mantención anuales, en función de la cantidad de compras que realice en el año, el cliente puede perfectamente llegar a pagar el doble del costo original en tan solo 12 meses. Si consideramos los créditos de consumo bancarios, la diferencia entre el monto del crédito y el monto líquido que recibe finalmente el cliente, significan varios puntos más en la tasa efectiva que éste paga. Increíble, pero cierto, en el mismo mercado tan galardonado.

No nos confundamos. Los cobros escapan a cualquier índice de riesgo que pudiera tener el cliente. De hecho, la contraparte, la alta rentabilidad sobre el patrimonio, que en sólo seis meses ya registraba un 14% (¡no anualizado!) en el caso de las tarjetas no bancarias, también refuerza el punto.

Por lo tanto, resulta urgente que, a la par de avanzar en medidas pro-competitividad, se disponga de un indicador básico de comparación que incluya todos los costos relevantes de un crédito y su costo de oportunidad. Este indicador es la tasa de interés efectiva (o financieramente, la TIR del cliente), equivalente al Annual Percentage Rate utilizado en Estados Unidos.

El año 2006 la SBIF se propuso fiscalizar a las tarjetas de crédito no bancarias. Esta es la mejor fiscalización que la SBIF puede hacer: un buen sistema de información al público, con un monitoreo periódico, no solo para ciertos períodos del año, como típicamente son las compras de marzo o fin de año.

El impacto no será menor: en Chile la cantidad de tarjetas de crédito no bancarias vigentes es de unos 21,5 millones, mientras que las tarjetas de crédito bancarias alcanzan los 5 millones. 8,3 millones de los plásticos no bancarios efectúan mensualmente 19,3 millones de transacciones. Estos mismos clientes estarían muy agradecidos de disponer de una guía que los ayude a decidir cuál crédito es más conveniente.

martes, 12 de febrero de 2008

Cuarenta años perdidos


Mientras el mundo en general avanza, África se queda atrás. Aislada de todo el mundo, su ingreso per cápita real hoy es casi el mismo que el de hace cuarenta años y la extrema pobreza se ha duplicado en los últimos 25 años, pasando de 164 millones en 1981 a 303 millones en la actualidad, la población completa de Estados Unidos.

Consideremos el caso de Nigeria. La edad media son 16 años, una de las más bajas del mundo, asociada a una esperanza de vida que no supera los 47 años. Una mujer tiene 7,19 hijos en promedio, la tasa de fertilidad más alta del mundo (sólo el 8,2% de las mujeres utiliza algún método moderno de control de natalidad), lugar que también se repite para embarazos de mujeres entre 15 y 19 años.

Menos de la mitad de la población relevante va al colegio, lo que trae como consecuencia directa que el 71% de la población adulta sea analfabeta. Y es el país con menos doctores en el mundo (como porcentaje de la población).

Corregido por paridad de poder de compra, el producto interno bruto de Nigeria es uno de los más bajos del mundo, con un índice de 2,7, mientras Estados Unidos tiene 100. El 40% de su economía depende de la agricultura.

¿La solución? Los expertos coinciden en estabilidad macroeconómica, apertura externa, competencia y solidez de las instituciones. Sí, entre más grande es el problema, parece que más general y obvia resulta la solución, la que a veces se confunde con los mismos efectos. Y el cómo sigue siendo el paso olvidado.